Eulato
Un día, cerca del hormiguero,
las hormigas encontraron un huevito cúbico.
En pocos minutos el huevito
estuvo rodeado de bichos curiosos.
De pronto, el huevo comenzó a romperse
en uno de sus lados y apareció un ser extraño.
Esa misma noche, los bichos le habían conseguido un lugar donde vivir
y le pusieron un nombre difícil pero simpático: Eulato.
A la semana siguiente, Eulato había crecido varios centímetros.
Entonces, Lulo Grillo anunció que le enseñaría a cantar.
Al día siguiente, la Araña Francisca quiso enseñarle a tejer.
Eulato no hizo más que enredarse con los hilos.
Eulato crecía y crecía. Cada día se levantaba más grande.
Una madrugada había estornudado con tanta fuerza
que hizo caer al suelo al Bicho Canasto.
Después de un mes, Eulato había crecido tanto que a cada paso suyo el barrio se sacudía.
Entonces los bichos organizaron una reunión para ver qué hacían con él.
Todos coincidían en que debía irse a vivir a otro lado.
En medio de la reunión, apareció un bicho igual a Eulato
que gritaba «Hoink, hoink». Eulato dio tres vueltas a su alrededor y juntos se fueron volando.