Y agregó:«¡Cómo quisiera ser un elefante!». Entonces, como si ocurriera un milagro, súbitamente se convirtió en un enorme elefante.
Ya transformado en un elefante, Diógenes se divirtió moviendo su trompa, pero pronto le resultaron antipáticos sus colmillos gastados y absolutamente insoportables sus enormes orejas.
«Es tan difícil ser uno mismo cuando debemos lidiar con un cuerpo como este…», protestó el elefante Diógenes mientras bebía el agua fresca de un lago transparente.
Tal vez sería mucho mejor que yo me convirtiera en un pez globo, cuchicheó mientras hundía su trompa en el líquido cristalino; y enseguida, como por milagro, el elefante Diógenes se vio convertido en un pez globo colosal.
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