—¡Uy! ¡Mamma mía! —gritó entusiasmado el Avispón Mobuto.

Después de romperse el lado verde se abrió también el lado azul y enseguida el rojo.

—¿Qué sale de ahí? —preguntó nervioso el Ciempiés mientras movía 46 de sus patas izquierdas.

—Es un pájaro de la Patagonia —opinó sin dudar un gusano—. Lo tengo visto en un manual.

—No. Es una ranita. Una ranita distinta a todas las ranitas —dijo una pulga.

—¡Pero qué va a ser una ranita! Eso es un pichón de ovni —gritó T. N. Ciempiés, y ya estaba por iniciar su famosísimo discurso sobre «Vida en otros planetoides» cuando lo interrumpió la señora Abeja.

—Yo no sé qué es —dijo—, pero por la cara, seguro que tiene hambre. Enseguida vuelvo.

Un ciempiés se acerca al cubo de colores