Al día siguiente, enterada del fracaso del Grillo, la Araña Francisca quiso enseñar a tejer a Eulato. Francisca iba y venía con los hilos, los subía y bajaba, los entrecruzaba y anudaba. Cuando Eulato tuvo que repetir el ejercicio no hizo más que enredarse y cortar hilos. Francisca lo sacó del enredo y se alejó protestando.
Mientras tanto Eulato crecía y crecía. Ahora comía semillas, tallos de hinojo, porotos. Cada día se levantaba más grande.
Una madrugada se escuchó gritar y quejarse al Bicho Canasto. Eulato había estornudado y la fuerza del estornudo sacudió de tal modo el gajo 14 que el Bicho Canasto cayó al suelo.