Lo abrió de un soplido. Dentro encontró un montón de caramelos brillantes, unas monedas de chocolate y una bandeja de masas doraditas.

—¡Este no es mi tesoro! —protestó Brutus.

Y siguió caminando con pasos pesados.

Dio la vuelta a una palmera. Primero para un lado y después para el otro.

Entonces, de la rama más alta cayó un cofre bastante grande.

Brutus lo abrió con uno de esos gritos de pirata que destapan lo que sea.

Metió la mano y sacó cocos de oro, ananás de plata y una entrada para ver el partido de Los Delfines contra Las Focas.

—¡Tampoco es el tesoro que busco! —gruñó malhumorado. Y eso que era fanático de Las Focas.

Un pirata sorprendido en una isla con una palmera, mientras un cofre del tesoro cae del cielo